La clase fue impartida por la Dra. Cecília Bittencourt Severo, farmacéutica-bioquímica, doctora en Ciencias Neumológicas, profesora adjunta de la Universidad Federal de Ciencias de la Salud de Porto Alegre (UFCSPA), con 20 años de experiencia en diagnóstico de infecciones fúngicas y en la enseñanza de micología médica.
El encuentro brindó a los participantes la oportunidad de reflexionar sobre la toma de decisiones en el diagnóstico micológico, perfeccionando la interpretación de resultados y la elección adecuada de los métodos de laboratorio, con énfasis en la resolución de casos.
Preguntas y Respuestas
A continuación, se encuentran las dudas que no fueron respondidas durante la Reunión Online.
El hidróxido de potasio (KOH) es un método clásico para la digestión de material queratinizado como piel, uñas y cabello, ya que disuelve la queratina y facilita la visualización de elementos fúngicos. Para líquidos biológicos claros, el uso de KOH generalmente no es necesario porque estos materiales son naturalmente translúcidos.
Sin embargo, en nuestra experiencia, también utilizamos KOH en materiales mucosos, como esputo viscoso y secreciones espesas, con el objetivo de reducir la viscosidad y facilitar la lectura microscópica, aumentando así la probabilidad de detectar estructuras fúngicas.
Usualmente, utilizamos la base de datos MBT Compass Library, que acompaña al equipo Bruker MALDI Biotyper.
Es importante destacar que, aunque tiene buen rendimiento para levaduras comunes, aún presenta limitaciones para hongos filamentosos, lo que requiere una interpretación crítica de los resultados y, en algunos casos, complementación con identificación fenotípica o molecular.
En general, la presencia de antígeno criptocócico en el LCR indica diseminación de la infección, por lo que también se espera su detección en suero.
Sin embargo, existen situaciones poco comunes en las que la infección puede ser localizada en el sistema nervioso central, y el test resulta positivo solo en el LCR.
Aun así, es importante considerar posibles falsos negativos debido al efecto prozona.
Principalmente utilizamos la base de datos comercial estándar (por ejemplo, MBT Compass Library, de Bruker), que ofrece buen desempeño en la identificación de levaduras, aunque sigue siendo limitada para hongos filamentosos.
Para superar esta limitación, pueden incorporarse bases de datos complementarias como la MSI (Mass Spectrometry Identification database), una base abierta y colaborativa con excelente cobertura para especies de hongos filamentosos y dermatofitos.
Además, los laboratorios pueden desarrollar bibliotecas internas validadas con aislados locales bien caracterizados, lo que mejora significativamente la precisión en contextos regionales.
El antifungigrama para dermatofitos y otros hongos filamentosos involucrados en onicomicosis o dermatomicosis aún no está estandarizado con puntos de corte clínicos aceptados internacionalmente, aunque existen métodos técnicos (como el CLSI M38-A3).
En la práctica, no se recomienda realizar antifungigrama de rutina para guiar el tratamiento local, ya que la terapéutica sigue protocolos bien establecidos (por ejemplo, terbinafina o itraconazol).
Cuando la solicitud esté justificada, como en casos de fallas terapéuticas o infecciones refractarias, el laboratorio puede realizar el test, siempre orientando cuidadosamente al clínico sobre las limitaciones en la interpretación de los resultados. Es fundamental dialogar con el solicitante y evaluar la pertinencia caso por caso, explicando claramente las limitaciones técnicas e interpretativas.
Para abarcar tanto hongos filamentosos como levaduras, se recomienda la combinación de:
- Ágar Sabouraud dextrosa (SDA), con y sin antibióticos.
- Medio Mycosel (o similar, como Mycobiotic agar) — selectivo para dermatofitos (contiene cicloheximida y cloranfenicol).
- Opcionalmente: Medio BHI para levaduras exigentes.
Esta combinación permite un aislamiento amplio y reduce la contaminación bacteriana y de hongos saprofíticos.